Cornales, el jefe de la manada, termina de encerrar a los humanos en la plaza.
Hablamos con Cornales, el toro que ha cerrado el encierro de “humanos” de las fiestas de Pamplona. Cornales, nos cuenta:
El encierro ha sido todo un éxito, los humanos han sido muy dóciles y han ido derechitos a la plaza donde finalizamos el encierro e hicimos el recuento de nuestro rebaño de humanos. Distinguir a los humanos de nuestro rebaño de los demás no era tarea difícil, pues les pedimos que se vistan de blanco con un collar rojo, y ellos obedecen encantados.
En la cuesta de Santo Domingo, en la acera derecha en el sentido de la carrera, uno de nuestros mejores morlacos tubo que repartir ostias como panes a unos cuantos mozos que se estaban pasando de la ralla, ¡se querían quitar el collar para que no les siguiéramos la pista, y eso es imperdonable!. Ellos dicen que nuestro morlaco, se resbaló y se despisto, pero nada más lejos, lo que paso es que un grupo de humanos muy tunos, quisieron escaquearse del grupo para irse de perol, una actividad que, a nosotros no nos disgusta, pero eran las fiestas de la manada y no era el momento.
Mantuvimos una formación ejemplar, corriendo de forma compacta a paso firme tras los humanos, pero al pasar por la plaza del Ayuntamiento, por Mercaderes, de nuevo un joven, como ayer, se olvidó de mirar lo que tenía detrás y resultó arrollado por la espalda, esta vez sin cornada (me falló la puntería).
En la recta la manada se distribuyó con este toro negro por delante, los bueyes y otros tres astados por detrás. Había muchísima afluencia de humanos, muy pocos huecos y demasiadas ansias por buscar un sitio ante los pitones. Demasiados empujones, demasiados agarrones y muy pocas carreras limpias y emocionantes, y sin momentos de gran peligro. La proxima vez los dejaremos desnudos (con el collar rojo eso sí) para ver si aquello tiene más chiste, que nosotros vamos con los huevos colgando y no nos pasa nada.
El momento de mayor peligro llegó en un derrote imprevisto al vallado, donde golpeó a varios mozos que estaban a un lado a la altura de Espoz y Mina. El resultado: un herido por asta de toro corneado en el muslo izquierdo. Los pastores tiraron de él en varias ocasiones con profesionalidad y evitaron males mayores. Cornales opina al respecto:
Esos mozos se la estaban buscando, planeaban sacar un capote y un estoque y eso si que no, en ese caso nuestra filosofía es clara, ¡zas! y cornada a la pata, así aprenderán la próxima vez. Que nosotros somos toros españoles y no nos torea nadie, ni siquiera esos gatos que se creen los amos del mundo, ¡Dios como odio a esos gatos!
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